Ògbóni es un muy importante y poderoso Ebora. Él vino a la Tierra para una misión particular.
Alguna vez existió un malentendido generalizado entre todos los Òrìsà y Ebora en Yorubaland. Había gran confusión y todo parecía ir al revés. No debemos olvidar que Obatalá es un gran guerrero, como lo fue Ògún, Odùduwà, y casi todas las deidades primitivas. No había un líder claro con sus seguidores. Nadie quería ser el súbdito de nadie. Incluso aunque Odùduwà era el Rey, su autoridad estaba siendo socavada. Odùduwà acudió a Ifá para realizar adivinación e Ifá le dijo que la persona que repararía la situación estaba en camino y nacería sobre la Tierra muy pronto.
Entre la prescripción requerida estaba la esposa de Odùduwà, el Rey de Ilé Ifè, ella quedaría muy pronto embarazada. Ifá les dijo que el bebé sería un niño pero una casa debería ser construida para la madre en el mercado más cercano. Era allí donde ella debería cumplir lo pactado y cuidar al niño hasta su madurez. Mucho antes de esta adivinación, una de las esposas de Odùduwà había estado buscando quedarse embarazada y al fin lo consiguió. Siguiendo las instrucciones, una casa fue construida para la mujer en el mercado.
En otra ciudad, una mujer particular cuyo estatus podría ser comparado a una deidad estaba también ansiosa por tener un bebé. Su nombre era “Òro” (la frase completa para este nombre es Òrò inú ilè); “el espíritu que vive dentro de la Madre Tierra”. Ifá dice que ella es una descendiente de la Madre Tierra y posiblemente salió de la misma Madre Tierra. Estos seres se cree que están todavía alrededor nuestro y saliendo de la Tierra incluso en nuestros días; ella también resolvió consultar a un Babaláwo para que le realizara adivinación. Curiosamente, ella también fue sugerida a que se pusiera en el mercado, y allí, ella debería construir una casa para vivir ahí. “Ésa es la única forma por la cual la buena fortuna vendrá a ti”, habían predicho los Babaláwo.
Mientras tanto, en el vientre de la esposa de Odùduwà, tan pronto como el feto tuvo tres meses de edad, había empezado a hablar a través de Ifá al Rey. Cuando finalmente nació, era como fue predicho, un niño. El niño empezó a hablar el día de su nacimiento; dando órdenes sobre lo que había que hacer en una cosa determinada y cómo debía ser hecho. Le habló al Rey sobre las guerras que eran inminentes, lo que estaba previsto, las muertes y las enfermedades que estaban amenazando, y los sacrificios que había que realizar para evitar tales guerras de gigantes en la ciudad. De hecho, antes de su nacimiento, les había dicho el día que llegaría a la Tierra, el número de ovejas que había que preparar para su bienvenida y los sacrificios que había que realizar tan pronto como llegara. Les dijo que prepararan “Arúgbó okùnrin àti obìnrin méje méje” siete hombres y mujeres viejos a los que deberían abastecer hasta el día de su llegada. “Ellos deben estar fuertes, vibrantes, ser capaces de trabajar y caminar; no sólo gente mayor”. La oveja debía ser sacrificada tan pronto como la madre empezara con el parto, era sobre las manos de estos Arugbo”, dijo, sobre las que nacería. “Mis piernas no deben tocar el suelo”, había añadido. “Tan pronto como nazca, deberé ser bañado en la sangre de la oveja y desde allí, después de mi baño me pondrán los trajes que deben preparar como una plataforma para que yo me siente”, dijo a través de Ifá. Todo estaba preparado para él y a su llegada, empezó preguntando si la sangre de la oveja había sido bien mezclada, la ropa estaba arrugada y así en adelante.
Este nuevo niño creció para llegar a ser una gran fuerza, continuando las hazañas que estuvo realizando ya desde el interior de su madre: parando guerras, previniendo muertes y enfermedades, liberando a la gente de sus problemas e incluso enriqueciendo a los pobres. Su desarrollo físico fue muy rápido. Llegó a ser un adulto a los pocos años de su nacimiento y todos los signos de pubertad no fueron visibles sobre él, se convirtió en alguien muy atractivo para las chicas. Llegó a ser tan popular como una deidad digna de veneración en la época. La gente empezó a preguntarse sobre el hecho de él no había bajado del mismo modo que las otras deidades primitivas. “¿Quién es realmente este hombre?” Las personas que tuvieron acceso a saber las circunstancias de su nacimiento respondieron: Él es el que nació en las manos de ”Arúgbó”, los viejos; el Ebora que nació de las manos de “Ògbó eni” (Ògbó Eni se puede traducir de otra manera como la gente que tienen algunos poderes psíquicos y que son capaces de ver más allá de lo ordinario; “Ògbólógbòó eni”; eni táa bí sówó àwon ògbó eni. Esto pronto se metamorfoseó en el nombre de Ògbóni, como la deidad es conocida en todos lados hasta el día de hoy.
Ògbóni enseñó a la gente de Ilé Ifè cómo formar asociaciones, “Egbé” (aunque sin relegar las aportaciones de Egbé ògá ògo). Él dio las líneas guía para el lanzamiento exitoso de tales asociaciones y lo que tiene que ser la consigna de todos. También inició la idea del juramento de forma que ningun miembro traicionara a otro. Les dio artículos de asociación y lo que se debía hacer cuando los rumores eran extendidos por personas con mala intención. Para que esta asociación sobreviva, sea lo que sea que escuchemos de nuestro vecino cercano, de un entrometido, no se debe creer hasta que tú lo confirmes de la persona principal (esto también se puede decir que son las bases de la formación de grupos íntimos de amigos llamados “Òré Ìmùlè” en Yorubá). No guardar malicia. Rechazar resolver nuestras diferencias con confrontación; mejor que venir juntos, practicar el sacerdocio juntos, formando de este modo amistad genuina, esto por fuerza llevará al progreso de toda la ciudad”, concluyó él.
Se puede decir de él que es el que originó la institución de la “asociación” aquí en la Tierra.
Ògbóni continuó advirtiéndo a la gente de Ilé Ifè de cualquier peligro para sus vidas. Y pronto, todos los tambores de guerra se callaron. La paz reinó y todos los habitantes de la ciudad pronto olvidaron todo cualquier disarmonía.
Temprano en la mañana, aparte de los hombres y mujeres ancianos que le recibieron en sus palmas cuando nació, pronto se convirtió en una práctica para muchos admiradores cantarle todos los días. Bailando alrededor de su casa en reconocimiento de las buenas venturas que Él trajo al mundo, cantaban:
Las buenas venturas están aquí.
En grandes cantidades, las buenas venturas están aquí.
La riqueza está aquí.
En enormes cantidades están aquí.
Las esposas están aquí con toda su belleza.
Con vestidos magníficos.
Los niños están alrededor.
Han llegado en número incontable.
Pero la memoria humana es tan superficial. Ellos olvidaron pronto el sufrimiento que vino a aliviar Ògbóni al mundo. Estaban sólo interesados en lo que podían conseguir de él. Se volvieron negligentes en realizar los sacrificios contra la guerra. Después de avisos prolongados pero infructuosos, Ògbóni se dio cuenta de que la guerra era inevitable. Por tanto, empaquetó todos sus trajes que se hicieron para decorar su sillón, los ató todos a sus piernas y el resto, los fijó a su corpiño y de una zancada él dejó la ciudad de Ilé Ifè para irse a otra ciudad. Pero no sin antes cantar los tambores de guerra. Cantó en voz alta para que todo el mundo lo escuchara:
Las guerras están aquí.
Vienen con pasos rápidos.
La muerte se avecina.
Los matarán en múltiplos cuando lleguen.
Las enfermedades están aquí.
Como una epidemia están aquí.
Tan pronto como la gente de Ifè escucho esta canción, supieron que algo tremendamente malo se avecinaba ya que era el mismísimo Ògbóni quien estaba cantando. La guerra llegó, y muchos fueron capturados como esclavos o asesinados.
Al dejar Ilé Ifè, Ògbóni se asentó en otro lugar muy lejos de allí, fue al mercado y encontró una casa habitable. Decidió entrar para verla a ver si había alguien en casa. ¿Recuerdan a la mujer que también fue aconsejada por Ifá a construir una casa en el mercado? Ella había estado viviendo en el mercado algunos años hasta que un día ella escuchó una llamada en su puerta. “¿Quién es?”, preguntó. Ògbóni entró y se presentó a Òrò como el hijo de Olófin Odùduwà; “Vine desde Ilé Ifè”, dijo. Aunque más joven que ella, Òrò le hospedó y ellos posteriormente se convirtieron en marido y mujer. Su encuentro parecía haber sido planeado por la Providencia. Tuvieron niños, cuyos descendientes se pueden encontrar en la Tierra hasta el día de hoy (ésta es la razón por la que en el culto de Ògbóni tanto mujeres como hombres se encuentran bien establecidos hasta el extremo de ser iniciados; es a causa de la felicidad conyugal de dos deidades: una mujer que es la hija de la Madre Tierra y la otra, Ògbóni, el hijo cuya presencia fue buscada por la intervención divina; con ambos teniendo una contribución a la buena sintonía entre las deidades).
Mientras tanto, la guerra continuó asolando Ilé Ifè. Ellos rápidamente se informaron sobre lo que se podía hacer para apaciguar a la deidad a la que expulsaron muy lejos con su mano izquierda. Sobre si ellos fueron a Ifá o fueron capaces de localizar a Ògbóni, no está muy claro pero poco después de esto, un mensaje vino del mismo Ògbóni que les decía que debían utilizar bronce (esto es otra razón por la que el bronce es un metal que es identificado con los devotos del culto de Ògbóni; Alayemore, un Rey en la ciudad de Ifè fue otra persona que utilizó bronce como ornamento; déjennos apreciar que ésta es una de las razones para el uso generalizado del bronce y su talla en la ciudad de Ilé Ifè desde los tiempos antiguos hasta hoy) para tallar su imagen. Es a esta imagen a la que deberían ofrecer sacrificio cuando hubiera necesidad de verlo. Les dijo lo que deberían sacrificar y el modo de contactar con él cuando fuera necesario.
Aunque al principio era Ògbóni quien hablaba por sí mismo, en estos días es la adivinación de Ifá la que dice lo que Ògbóni quiere y cómo ofrecer el sacrificio que requiera de alguien.
Entre las cosas requeridas por él como sacrificio están las ovejas, cabras, ekuru, caracoles, cacahuate, caña de azúcar y todo lo que sea comestible. Esto es aparte de la universal nuez de kola que se le da a todas las deidades.
Como tabús asociados a Ògbóni están los pollos y palomas o aves en general. Estos animales no deberían tenerse cerca del lugar donde el icono esté colocado. La razón es que en el inicio del Mundo cuando las deidades vinieron del Cielo, fueron un pollo con cinco dedos en el pie y una paloma quienes empezaron a propagar la arena sobre las aguas primitivas. Sin embargo, los devotos de Ògbóni pueden comer la carne de paloma o pollo siempre lejos de su santuario.
Hay títulos de jefatura ostentados por los devotos de esta gran deidad. Entre estos está Ògbéni Ojà. El traje de un Ológbòóni, (Oni Ògbóni, el que tiene un Ògbóni) no está completo sin cuentas en sus muñecas y cuellos y “Òjá”, una pieza para encima del hombro. Las cuentas se llaman “Okùn”. Esto es por lo que nombres Atinúké son identificados con el culto de Ògbóni. La frase completa de esto es: “A ti inú ké okùn”; tenemos desde el interior preparadas las cuentas para el niño especial que va a venir”.
La confraternidad de Ògbóni se está modernizando todos los días. Por cierto, con el advenimiento de nuevos devotos, los miembros están llegando de todos los estilos de vida y niveles sociales. Lo que es más importante es la hermandad de la que todo aquel que es miembro disfruta.
Ògbóni hoy ha trascendido los simples rituales y sacrificios; ha avanzado hacia una fraternidad, la idea de ayudarse mutuamente en tiempos de necesidad, emancipación social, paz y ejecución de los juramentos. Esto puede haber sido una de las razones por la que en la etiqueta de cualquiera de los muchos templos que hay se lea “Fraternidad Ògbóni reformada” (ROF). Esto ha atraído a los importantes y poderosos a ser sus miembros dándole de esta forma la fuerza política y el poder que tiene Ògbóni hoy en día. Así la regla para la sostenibilidad genuina de las asociaciones tal y como dicta Ògbóni se puede decir que es ser práctico y apropiado para la vida.
En la mayoría de los casos, los ritos y rituales de Ògbóni son realizados en la noche de los difuntos. Los encantamientos como el siguiente desgarran el aire:
Nadie mira a eso.
El que mira a eso muere en un instante.
El que mira eso morirá en un fogonazo, sí, morirá en un fogonazo.
• Por una mejor práctica Yorúbà
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